Freya Parker está haciendo recados para su jefe. Uno de ellos es recoger lencería para regalarle a su esposa. Al volver a casa, Freya decide probársela. Su jefe la pilla en el acto, pero Freya no se arrepiente porque sabe que su esposa nunca la usará. De hecho, sabe que su esposa casi nunca quiere tener sexo. Su jefe trabaja tanto que Freya hace lo que cualquier buen empleado haría: se acuesta con él para aliviar el estrés.
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