Probablemente esto no me vuelva a pasar. La morena que me miraba fijamente en la cafetería dejó una bolsa de regalo en su mesa, y cuando la vi, era un sujetador sexy con una nota para que lo devolviera a una dirección si lo encontraban. Bueno, cuando devolví la lencería, no esperaba que también me follara hasta el cansancio. Tampoco esperaba que estuviera casada y me dijera que mejor me vistiera y me largara porque su marido llegaría pronto. Los buenos samaritanos sí que tienen recompensa.
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