¡A la facultad de derecho, allá voy! Me aceptaron —por fin— y es hora de celebrar. El primero a quien se lo conté, por supuesto, fue a mi sugar daddy Tony. Espero que pueda ayudarme con la matrícula, porque ahora que estoy dentro, los próximos tres años de mi vida no van a ser baratos. Cenaremos en su casa, así que me vestiré súper sexy esta noche y le daré todo lo que quiera. Me vendría muy bien su ayuda; sé que él siempre puede necesitar la mía.
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