Gina le corta el sostén a Lilly y gritan de alegría por su recién descubierta liberación. Pero, por alguna razón, dejan que sus padres encuentren los sostenes cortados fuera de su habitación. Estos padres no están muy contentos, sobre todo porque pagaron por estas reliquias del poder masculino. Pero, como suelen hacer los hombres, creen que la solución a sus problemas es meterles la polla. Intercambian hijas y les dan una lección con sus penes largos, dominantes y patriarcales. Finalmente, se salpican la cara con una suave igualdad y vuelven a lanzar el grito de guerra.
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