Qué pequeña fanática de las pollas. Es tan juguetona y colorida como el humo con el que bailaba cuando la encontré. Y lo único que quería era tomar mi polla... en su boca, en su coño. ¡Diablos!, casi no podía apartar la vista de ella. ¿Quién era yo para decirle que no? Le embestí el coño hasta el fondo y la llené. A veces, simplemente hay que jugar.
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